Psicóloga clínica y persona: carta de presentación

Nací y crecí en Madrid, en una familia humilde y amorosa (aunque claro está, con sus cosas de familia, como bien aprendería a entender al formarme en terapia sistémica). Tuve amistades increíbles que me ayudaron a crecer y me enseñaron a querer a cada cual como es. Entregué mi infancia y adolescencia a la gimnasia rítmica, con todo lo bueno y lo malo que me legó. Gracias a la disciplina que aprendí con la gimnasia pude acometer ingentes esfuerzos posteriores para conseguir mis metas; si bien quizá me dejé la vida por el camino. No es una historia que pueda contar en pocas palabras, pero el caso es que la intuición hizo que aquella adolescente supiese que era el momento de retirarse del deporte, antes de acabar destruída. 

Tiempo después, esa misma intuición me llevó a estudiar psicología (aunque “no iba a encontrar trabajo de eso” pero quería ser coherente con lo que sentía que quería aprender), y posteriormente a hacer la especialidad en psicología clínica en un hospital público de Madrid. 

En esos años de residencia, muy lentamente, conseguí alcanzar esa sensación de ir entendiendo un poco más (sí, solo un poco, aún ando en ello) esa mente, esas emociones y esas relaciones humanas que pretendía entender desde pequeña. En mis años de residencia cambió mi mente y aprendí a mirar el mundo de otra manera, para bien y para mal. Empecé a ver cosas que antes no era capaz de ver, pero también sentía que me había perdido a mí misma. Fui a terapia en varias ocasiones, y a veces encontré lo que buscaba, otras no. Pero en todas aprendí algo.

Hice muchas formaciones. Y aprendí, y me lié más, y aprendí de nuevo. De entre las experiencias más intensas que viví en la residencia destaco la vivida en la unidad de neonatología, donde cada día sentía en mi piel lo que significaba la teoría del apego que tanto estudiamos en psicoterapia, y que años más tarde me llevaría a realizar mi tesis doctoral con un maravilloso equipo investigador formado por las personas que encontré allí. 

Tras todo ello, empecé a trabajar como facultativa especialista de área en la sanidad pública española y he seguido creciendo y avanzando con todas las experiencias compartidas con mis compañeros y con los pacientes. 

Ahora hago balance y veo un gran crecimiento, pero también sé que ha sido un camino de perder la intuición que tenía. Casi diría que de perder mi propio criterio, mi sensibilidad, y a mí misma más de lo que me hubiese gustado. Un camino de posponer la vida (esperando el momento de completud que nunca llega) y de no haber estado disponible emocionalmente para mí misma ni para nadie. 

Y ahí es donde surge este proyecto de psicología online y escritura terapéutica, como una necesidad de aire fresco y nuevas oportunidades.

A nivel personal ahora ando aprendiendo a lidiar con la vida. Tengo el corazón dividido entre Madrid y San Juan. Y tengo la ilusión y la esperanza de crear algo bonito con esto. Porque, de nuevo, quizá no estoy rota, quizá este es el mejor lugar del que puedo partir.

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